Casavegas es paso natural hacia la localidad cántabra de Caloca y la comarca de Liébana a través de Sierras Albas, vía considerada, en el pasado, como el Camino Real de Cervera de Pisuerga a Potes.
La pequeña iglesia de la Asunción, reconstruida recientemente, domina el pueblo desde lo alto de una ladera con su espadaña románica. El interior cubierto con bóveda de crucería conserva un altar neoclásico con una Virgen con niño del siglo XIV y una piedad en piedra del siglo XVII.
La historia de Casavegas, y de muchas localidades de esta Montaña, están unidas a la emigración hacia América durante el siglo XIX y primera mitad del siglo XX de muchos de sus vecinos. La búsqueda de nuevas oportunidades tubo, en algunos casos, billete de ida y vuelta para los “indianos” que, tras hacer fortuna, edificaron llamativas casas y fueron mecenas de muchas infraestructuras en sus pueblos natales. Es el caso de Manuel Diez Peral que, tras regresar de México, financió una fuente, una escuela y el arreglo del camino vecinal. Se conserva su majestuosa casa de “indiano” con escudos blasonados y forja artística.
El bello paisaje de montaña, salpicado puntualmente por el negro de las bocaminas de su pasado minero, es paso del Camino Lebaniego hacia Santo Toribio, o inicio de la senda del bocarón del Cerradillo, o bocarón de Caloca, que cuenta con una de las mejores vistas del valle de Liébana, Picos de Europa y del cordal de Peña Labra.